Primero fue potencia, luego sucedió la Gran Depresión | Secundaria

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En Historia de primero de secundaria, se verá el tema: “Primero fue potencia, luego sucedió la Gran Depresión”, con el que podrás analizar el fascismo y su papel impulsor de la Segunda Guerra Mundial.

¿Qué hacemos? 

Para iniciar, lee dos textos para ilustrar los efectos de la Gran Depresión. 

El primero es el testimonio del español Ricardo Lezcano, quien vivió estos acontecimientos cuando era niño. 

“[…] Cuando se produjo el histórico, “martes negro” en la Bolsa norteamericana, yo había cumplido los 12 años […].

Aunque se dice que cuando hablamos de nuestra infancia no hacemos historia sino poesía, aquel tiempo, con sus tragedias y sus imágenes del paro, la estrechez y el hambre, no estaba por delirios literarios, sino más bien por una historia pura y dura. 

Y fueron los fotógrafos los que asumieron el papel de crear un mundo de imágenes inolvidables de aquel gran desastre. 

Varias de estas imágenes las recuerdo con toda nitidez: en una, un caballero muy bien vestido, ocultando su rostro con una careta, vendía manzanas de un gran cajón; en otra, colas inacabables de parados hambrientos esperaban, escudilla en mano, comer algo de los humeantes calderos instalados en las calles. 

El segundo texto es un fragmento de la novela Las uvas de la ira, de John Steinbeck, quien retrató a los migrantes que partían, en la década de 1930, en búsqueda de trabajo. 

“En el oeste cundió el pánico cuando los emigrantes se multiplicaron en las carreteras. Los que tenían propiedades temieron por ellas. Hombres que nunca habían tenido hambre vieron los ojos de los hambrientos. Otros que nunca habían deseado nada con vehemencia, pudieron ver la llama del deseo en los ojos de los emigrantes. Y los hombres de los pueblos y de las suaves zonas rurales adyacentes se reunieron para defenderse; y se convencieron a sí mismos de que ellos eran buenos y los invasores malos, tal como debe hacer un hombre cuando se dispone a luchar […]. 

Y los emigrantes bullían por las carreteras, el hambre y la necesidad reflejadas en sus ojos. No tenían ningún argumento, ningún sistema, nada excepto su número y sus necesidades. Cuando había trabajo para un hombre, diez hombres luchaban por él… luchaban por un salario bajo. Si ese está dispuesto a trabajar por treinta centavos, yo trabajaré por veinticinco. Si ese se conforma con veinticinco, yo me conformo con veinte”. 

Hasta aquí las lecturas. 

¿Te imaginas un panorama en el que mientras en Europa los desempleados hacen largas filas para conseguir un poco de alimento, en los Estados Unidos de América muchos campesinos perdieron sus tierras y tuvieron que migrar en búsqueda de un sustento? Por si fuera poco, migrar no les garantizaba una mejor vida, pues el exceso de trabajadores motivó a los empresarios a reducir los salarios. 

Estos testimonios dan cuenta de los graves efectos que tuvo la Gran Depresión en Europa y los Estados Unidos de América. Quizás te estés preguntando: ¿qué fue la Gran Depresión? 

La Gran Depresión fue la mayor crisis económica del sistema capitalista mundial. Inició en 1929 en los Estados Unidos de América, y de ahí se extendió hacia el resto de los países industrializados y periféricos, persistiendo sus secuelas hasta 1939. Fue la primera crisis que afectó, de manera conjunta, un mundo cada vez más integrado comercial y financieramente. 

Durante la Primera Guerra Mundial, las grandes economías europeas de Inglaterra y Alemania se vieron en la necesidad de transformar sus industrias de consumo para dedicarlas a las necesidades de la guerra. En consecuencia, comenzaron a importar muchos productos como alimentos y ropa desde los Estados Unidos de América. Al finalizar la guerra, como recordarás, Alemania fue responsabilizada por todos los gastos y obligada a entregarle a los países victoriosos una suma de dinero prácticamente imposible de pagar. 

La economía de Alemania estaba destruida, por lo que su gobierno tuvo que pedir préstamos a los Estados Unidos de América para pagar la deuda que tenía con Inglaterra; dinero que, a su vez, utilizaba el gobierno británico para pagar su propia deuda con el mismo país. De esta manera, los estadounidenses tenían un fuerte control de las finanzas y la economía europea. 

Al mismo tiempo, mientras el viejo continente intentaba pagar los préstamos adquiridos con los Estados Unidos de América, en esta nación se vivían los llamados “Felices años 20”, una década en la que el sueño americano se tradujo en un estilo de vida marcado por el consumismo: la compra de ropa de moda, de vehículos o electrodomésticos eran la constante. 

Gracias al aumento de los préstamos por parte de los bancos, la creciente clase media urbana gozó de la vida nocturna, los bailes de charleston, el cine, y los primeros años del jazz. Esta prosperidad propició el incremento del flujo migratorio hacia ese país, y la intención de otras sociedades por imitar el estilo de vida que estaba en boga. 

En estos años, se convirtió en un país casi autosuficiente, su economía se centraba en la exportación de productos manufacturados. Sin embargo, debido al desastre ocasionado por la Gran Guerra en Europa, su economía se expandía más rápido de lo que el mundo podía consumir sus productos. 

En 1929, Estados Unidos de América generaba alrededor de la mitad de la producción industrial del mundo. Esto ocasionó lo que se conoce como sobreproducción: cuando se producen más cosas de las que se pueden vender o comprar. 

Por otro lado, había una gran desigualdad social, pues la mayoría de los trabajadores, empleados y campesinos apenas ganaban lo suficiente para sobrevivir y no tenían ingresos para comprar la enorme cantidad de productos que salían de las fábricas. 

Debido a este excedente de productos, los dueños de las empresas decidieron disminuir la producción, pero no fue suficiente porque continuaban sin poder vender lo que ya habían producido. Entonces, comenzaron a bajar los precios, pero tampoco funcionó, por lo que tomaron medidas más drásticas, como despedir trabajadores; pero esto, de hecho, complicó aún más la situación, pues entre más desempleados hubiera, menos podían comprar mercancías, produciéndose un círculo vicioso. 

En los meses siguientes, la producción y los precios se desplomaron como nunca. La producción industrial llegó a caer hasta casi la mitad, mientras que los precios cayeron un tercio. Se estima que 15 millones de trabajadores perdieron sus empleos tan sólo en Estados Unidos de América, y que la mitad de los bancos quebraron. 

En la agricultura se presentó un escenario semejante, pues las técnicas de cultivo, los fertilizantes y el uso de maquinaria incrementaron la productividad agrícola, haciendo menos necesario el trabajo de numerosos campesinos, obligándolos a migrar incluso por salarios muy bajos. 

Al mismo tiempo, Australia, Europa y América Latina se incorporaron al mercado mundial, y su creciente oferta de productos agropecuarios y materias primas provocó también un exceso de oferta y una caída de precios. Esto se debe a que cuando se tienen muchas opciones para comprar materias primas, otros competidores no pueden desplazar sus productos, bajando así los precios y, por tanto, las ganancias. Y, como has visto, con menos ganancias los empresarios recortan empleos. 

Todos esos factores crearon una espiral de problemas cada vez más grave. Con un exceso de productos en el mercado que no podían ser vendidos, precios que habían caído hasta niveles menores a lo que costaba producirlos, pero que ni así podían ser vendidos; fábricas que disminuían su ritmo de trabajo despedían empleados o quebraban; devino una profunda crisis económica y social. 

Muchos campesinos perdieron sus tierras porque debían dinero a los bancos, por lo que su último recurso fue utilizarlas como medio de pago ante estas instituciones. Sin un patrimonio para sus familias, esto es lo que ocasionó una migración masiva hacia el oeste del territorio, en donde se pensaba que encontrarían mejores condiciones de vida, como lo leíste al principio de la sesión en Las uvas de la ira. 

La crisis financiera sucedió en la Bolsa de Valores de Nueva York, donde cotizaban las mayores empresas del mundo en septiembre de 1929, y tuvo su momento más agudo el 24 de octubre cuando la Bolsa se colapsó en el llamado Jueves Negro

Revisa la letra de una canción de principios de los años 30 que se convirtió en un himno de la Gran Depresión de 1929. 

La canción se llama: “Brother, can you spare me a dime?”, que se podría traducir como: “Hermano, ¿me compartes un centavo?”. La letra es de Yip Harburg y dice así: 

Solían decirme que estaba construyendo un sueño.

Y entonces yo seguí a la multitud.

Cuando había tierra para arar o armas para llevar.

Siempre estuve ahí para trabajar. 

Solían decirme que estaba construyendo un sueño.

Con paz y gloria por delante.

¿Por qué debo hacer fila,

sólo esperando un pan? 

Una vez construí un ferrocarril, y lo hice funcionar.

Lo hice correr contra el tiempo.

Una vez construí un ferrocarril, y ahora que está hecho…

Hermano, ¿puedes darme un centavo? 

Una vez construí una torre hasta el sol.

Ladrillo, y remache, y cal.

Una vez construí una torre, y ahora que está hecha…

Hermano, ¿puedes darme un centavo? 

Una vez, en trajes de color caqui, caray, nos veíamos bien.

Lleno de esa tontería yanqui.

Medio millón de botas atravesaron el Infierno.

Y yo era el chico del tambor. 

Dime, ¿no te acuerdas? Me llamaban Al.

Decían todo el tiempo: “¡Al!”

¿Por qué no te acuerdas? Yo soy tu amigo…

Entonces, amigo, ¿puedes darme un centavo? 

Esta canción se convirtió en un himno, pues reflejaba perfectamente la desilusión de la clase trabajadora de los Estados Unidos de América. 

Era terrible comprobar cómo persistía la riqueza en medio de tanta pobreza, e incluso más duro resultaba el aparente vínculo natural entre ambas: la pobreza no sólo convivía con la abundancia, sino que la primera parecía causada por la segunda. 

Esta crisis afectó rotundamente a los países cuya economía dependía de las exportaciones y créditos estadounidenses. Tal fue el caso de Alemania, en donde la falta del dinero prestado por este país imposibilitaba tanto el pago de la deuda de la guerra como su propia recuperación económica. 

Para tratar de aminorar los efectos de la Gran Depresión, el gobierno estadounidense aumentó los impuestos a los productos importados e impuso barreras comerciales, buscando proteger su industria nacional. 

En otras regiones del mundo se reprodujo el mismo fenómeno que en ese país: hubo sobreproducción, caída de precios, despidos, cierre de empresas, desempleo y crisis financiera. Pronto, la crisis se extendió por Europa, Asia y América Latina. 

Para que conozcas más en las afectaciones ocasionadas por la Gran Depresión en Europa, observa el siguiente video. 

  1. ¿Qué fue el tratado de Versalles?

 

Revisa del tiempo 4:07 al 5:15. 

Como se menciona en el video, la Gran Depresión trajo consigo importantes consecuencias políticas en el país más perjudicado tras el fin del enfrentamiento bélico de 1918: Alemania. 

En la Alemania de la posguerra existía una profunda inestabilidad política y económica porque los gobiernos democráticos no lograban solucionar los problemas de la nación, a los que se sumó la Gran Depresión de 1929. 

Para 1932, había más de 5 millones de personas desempleadas y un profundo descontento hacia los partidos políticos y las potencias occidentales, que se tradujo en numerosas protestas que buscaban una alternancia en el poder. 

Esta situación fue aprovechada por Adolf Hitler, pues logró encauzar el malestar social en contra de diferentes enemigos del pueblo alemán, a los que culpó del colapso que había estado padeciendo Alemania desde el fin de la Primera Guerra Mundial: la democracia, el liberalismo, el comunismo y el judaísmo. 

En Francia, la crisis permitió el ascenso al poder de un frente popular entre los socialistas y los comunistas que establecieron una serie de reformas para ayudar a los trabajadores. 

Lo mismo ocurrió en España, donde llegó al poder un frente popular que estableció la República Española, sustituyendo a la monarquía e interviniendo el Estado en la economía. En los países nórdicos también llegaron al poder partidos socialistas que pusieron énfasis en recuperar el empleo y ofrecer subsidios a los grupos más necesitados. 

En todo el mundo se implementaron medidas proteccionistas que buscaron privilegiar la producción nacional por sobre la extranjera. 

En el caso de Japón, una potencia emergente en Asia, estas políticas afectaron su creciente desarrollo industrial, por lo que encontraron en el imperialismo una vía para vender sus productos y conseguir materias primas más baratas. 

En México, la Gran Depresión llegó a través del comercio exterior; en particular, las exportaciones de metales y petróleo. El país vecino del norte redujo sus importaciones drásticamente, lo que ocasionó que México vendiera a Estados Unidos solamente dos terceras partes del petróleo y metales que le vendía en 1929. 

Sin embargo, cabe aclarar que, como tal, la contracción del comercio de petróleo y metales no afectó directamente a los hogares de los nacionales, ya que, en aquel entonces, siete de cada diez mexicanos que trabajaban, lo hacían en el campo. 

En Estados Unidos de América, en 1932, fue electo presidente Franklin D. Roosevelt, quien llevó a cabo una política conocida como New Deal, la cual tenía por objetivo promover la inversión del gobierno para crear empleos para los desocupados, así como programas de apoyo para la recuperación de las empresas. 

El New Deal fluctuó entre el gasto y los recortes. Por ejemplo, a finales de 1933 se estableció un organismo para la promoción de obras públicas, que creó cuatro millones de puestos de trabajo en el sector de las obras públicas a finales de 1934, se recuperó la Ley Nacional de Relaciones Laborales, que contemplaba el reconocimiento del derecho de sindicación y obligaba jurídicamente al empleador a entablar la negociación colectiva con los representantes de los trabajadores elegidos libremente. 

Pero, ¿qué es un sindicato? 

Es una asociación integrada por trabajadores en defensa y promoción de sus intereses laborales, ante el empleador, con el que están relacionados a través de un contrato.

El sindicato tiene como objetivo principal el bienestar de sus miembros, es decir, asegurar condiciones dignas de seguridad e higiene laboral y generar mediante la unidad, la suficiente capacidad de negociación como para establecer una dinámica de diálogo social entre el empleador y los trabajadores. 

El sindicalismo hizo que el proletariado moderno estadounidense, hasta entonces considerado un mero artificio estadístico, adquiriese la conciencia de su papel como actor en la historia. 

El pivote de esa recuperación económica sería el incremento del gasto público, como la construcción de carreteras, hospitales y escuelas; y de la intervención del Estado en la regulación de la economía, quitándole el monopolio del control económico a las grandes empresas. 

Esas políticas comenzaron a surtir efecto lentamente. La recuperación económica empezó a ocurrir en 1933, pero fue hasta 1938 cuando recobró los niveles de 1929. En Gran Bretaña, la recuperación inició en 1932, al igual que en Alemania, Japón y América Latina, mientras que en Francia fue hasta 1938. La recuperación basada en el gasto público, en programas de apoyo a las empresas y a la población, así como en un creciente gasto militar en las economías más desarrolladas, permitió superar la crisis hacia fines de la década de 1930 y en los primeros años de la década de 1940. 

En otra latitud, la Unión Soviética, al no regirse bajo el sistema económico del capitalismo, no sufrió importantes afectaciones por la Gran Depresión, al contrario, su economía se fortaleció, pues en esos años el Estado incrementó su inversión en diversas áreas industriales, como la militar. 

Tras superar las naciones occidentales los efectos de la Gran Depresión, el panorama mundial se había transformado. Las políticas proteccionistas fomentaron el nacionalismo y el imperialismo en el caso de Japón. La nueva independencia económica que había logrado alcanzar Italia, y sobre todo Alemania, hacían visibles los inicios de sus proyectos imperialistas. 

A continuación, leerás un testimonio de la fotógrafa Dorothea Lange, quien cuenta su experiencia al tomar una de sus más famosas fotografías durante la migración de miles de familias en los Estados Unidos de América.

“Vi y me acerqué a la famélica y desesperada madre como atraída por un imán. No recuerdo cómo le expliqué mi presencia o mi cámara, pero recuerdo que no me hizo preguntas. No le pedí su nombre o su historia. Me dijo su edad, 32 años. Me dijo que habían vivido de vegetales fríos de los alrededores y pájaros que los niños mataban. Acababa de vender los neumáticos de su coche para comprar alimentos. Ahí estaba sentada reposando en la tienda con sus niños abrazados a ella y parecía saber que mi fotografía podría ayudarla y entonces me ayudó. Había una cierta equidad en esto”. 

Sin duda, la época que estudiaste en esta sesión, fue muy complicada para vivir, tanto en Europa como en este lado del Océano Atlántico.

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