La triste historia de la flor de Nochebuena

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Joel Roberts Poinsett fue el primer embajador de Estados Unidos en México.

En 1822 arribó a nuestro país, que recién se estrenaba como nación independiente; uno de sus planes más ambiciosos como “agente especial” designado en México fue el de la anexión de Texas a Estados Unidos.

Poinsset no fue quien concretó la anexión de Texas y otros territorios a EU, esto se consiguió años después; sin embargo, sí consiguió quedarse uno de los símbolos más emblemáticos de México.

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Además de diplomático, Poinsett fue un destacado botánico. Durante su estancia como embajador visitó la zona de Taxco, en Guerrero, y ahí conoció la flor Cuetlaxóchitl, o mejor conocida como Nochebuena.

Los aztecas llamaron a esta planta como Cuetlaxóchitl, que significa “flor que se marchita”; era considerada como un símbolo de pureza y en la época prehispánica se usaba para tratar algunas enfermedades de la piel.

La Cuetlaxóchitl era una planta de ornato muy apreciada por los aztecas y ocupaba un lugar especial en los jardines de Nezahualcóyotl y Moctezuma.

Fueron los franciscanos quienes asociaron esta planta al nacimiento de Jesús, cuando la llevaron a Taxco y la emplearon para decorar en la Navidad, debido a que la floración coincide con estas fechas.

Cuando visitó Taxco, Poinsett se encontró con una barranca llena de Nochebuenas; la flor lo fascinó a tal grado que realizó expediciones a diferentes sitios de México en los que recolectó varios cargamentos de plantan endémicas, entre ellas la Cuetlaxóchitl, los cuales fueron enviados a Estados Unidos.

Debido a que Poinsett llevó la flor a EU es que en aquel país se le conoce como Poinsettia. Incluso, el 12 de diciembre tiene su fiesta nacional en aquel país.

En 1937, la familia Ecke, una de las principales productoras de Nochebuenas en campos de Encinitas, California, decidió patentar la flor. 

Al igual que los franciscanos, los Ecke decidieron aprovechar que la Nochebuena alcanza su floración entre noviembre y enero para asociarla y comercializarla como una flor de Navidad.

Desde que Poinsett introdujo la Nochebuena a Estados Unidos se han desarrollado más de 300 especies de la planta, cuyas ventas superan los 100 millones de dólares al año.

Tan solo la familia Ecke ha creado más de 100 variedades, las cuales están patentadas. Esto significa que los productores que quieran sembrar esas variedades de Nochebuena deben pagar derechos a los dueños de la patente.

En diferentes ocasiones los productores mexicanos han insistido en derogar esta patente, pues consideran injusto que al ser una flor originaria de México, se tengan que pagar derechos por su producción.

Significado de la Nochebuena

La flor de nochebuena es el nombre que recibe esta planta que se ha vuelto muy popular en las fiestas navideñas y que ha sido una aportación que nuestro país le ha hecho al mundo, pues se trata de una especie endémica de México.

Aunque se cree que es una flor, en realidad se trata de una planta que suele utilizarse con fines decorativos durante las fechas festivas relacionadas con la celebración de la Navidad y la Nochebuena.

Los mexicas utilizaban esta planta en celebraciones rituales como símbolo de la pureza y la vida nueva de los guerreros muertos, lo cual asociaban al color rojo de la sangre. De hecho, sus hojas también eran utilizadas como tinte natural.

A partir de la colonización de América, se empezó a utilizar esta planta como elemento de decoración cristiana durante el periodo navideño debido al color carmesí de sus hojas.

La Nochebuena en la época prehispánica

Asimismo, durante la época prehispánica, los sacerdotes contemplaban esta flor antes de iniciar alguna ceremonia. También era el  símbolo de la nueva vida, alcanzada por lo guerreros muertos en la batalla. 

Decían que estos guerreros regresaban a la tierra a libar la miel de esta flor. Su nombre en náhuatl es Tlazóchitl y significa flor que se marchita y para ellos simbolizaba la sangre derramada en los sacrificios que los indígenas ofrendaban al sol para renovar sus fuerzas y su energía.

Entre los pueblos mesoamericanos, particularmente entre los mexicas, el cultivo de flores y plantas tenía gran importancia. Las flores tenían, para estos pueblos un gran significado tanto en la vida religiosa como en la cotidiana.

 

(Con información de Smithsonian)

 

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