Así luce la corona de espinas de Cristo

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En el catolicismo, las reliquias son los restos de los santos que se conservan tras su muerte.

Las reliquias pueden corresponder a una parte del cuerpo u objetos y vestimentas que estuvieron en contacto con el santo, los cuales son motivo de veneración por parte de los fieles.

Las reliquias más representativas en la religión católica son las de la Pasión de Cristo. Una de estas reliquias más famosas de la Pasión es la Corona de espinas que fue colocada a Jesús, la cual es resguardada en la Catedral de París.

Pero, ¿cómo llegó la corona de espinas de Cristo a París? La historia se remonta al año 1239, cuando el último emperador de Constatinopla, agobiado por las deudas, vendió al rey Luis IX de Francia la corona.

Luis IX era un soberano muy devoto, de hecho fue canonizado en 1297 por el Papa Bonifacio VIII; para resguardar la corona y otras reliquias de Cristo que compró su gobierno mandó a construir una magnífica capilla.

Durante la Revolución Francesa, la corona fue movida a la Abadía de Saint-Denis. Y en 1806 las reliquias fueron movidas a Notre-Dame, la catedral de París, donde los fieles pueden verlas todos los viernes de Cuaresma y cada viernes primero de mes.

La corona sagrada que se resguarda en Notre-Dame consiste en un círculo de juncos unidos y retenidos con hilos de oro. Tiene un diámetro de 21 centímetros y carece de espinas, debido a que éstas fueron dispersadas hacia varias ciudades cristianas durante siglos por los reyes de Bizancio y Francia. 

Desde 1896, la corona de espinas de Cristo se resguarda en un tubo de cristal y oro.

Para guardar y exhibir la corona de Cristo también se emplean una caja y un relicario especialmente diseñados para ello.

En Notre-Dame también se encuentran un fragmento de la cruz de Cristo y uno de los clavos que se usaron para crucificarlo. 

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